Ayer 25 de diciembre, se cumpieron 28 años del fallecimiento de uno de los grandes exponentes del surrealismo, Joan Miró, quien fuera una de las figuras más importantes de este movimiento y que tuvo grandes influencias sobre Dalí y Picasso, en un contexto muy marcadadamente política, social y culturalmente.
Miró era pintor, escultor y ceramista español, luego de haber realizado estudios durante tres años de pinturas, paisajismo y retratos, fue inspirado en una primera etapa por los fauvistas y posteriormente será seducido por los cubistas.
Hay una anécdota que lo encuentra pintando un cuadro de los campos de su familia y que le traía muchos recuerdos, el cual quería exponer en Barcelona; ese cuadro le demoró un año en realizarlo, no contaba con dinero para solventarse, (ya que su situación económica era muy inestable), y las galerías no querían aceptar su obra, hasta que la dejó en un bar que habitualmente visitaba y que también contaba con Ernest Hemingway entre sus habitués, el que se acercó a beber un trago y viendo el cuadro, preguntó cuánto costaba, lo que no dudó en adquirírselo por 2.000 francos, que lo sacaron momentáneamente de la pobreza.
Su acercamiento en 1920 al surrealismo en París, lo llevó a visualizar toda la temática onírica y el tratamiento de lo inconsciente, que fue lo que marcaría el futuro de muchas de sus obras, los sueños fueron poniendo de relieve su personalidad, ya que ese era el camino elegido por Miró, y a pesar de distanciarse de los surrealistas unos años más tarde, (ya que sostenía que cada día se iban haciendo mucho más evidentes), realiza en 1924 una obra llamada La botella de vino, en donde se expresa la utilización de formas retorcidas, con muchas líneas onduladas que dan señales de movimientos ondulantes, las montañas que pueden simbolizar su Cataluña añorada, una serpiente con grandes ojos rojos, persiguiendo a un insecto, el volcán que parece estallar en la base de la botella y vapores que parecen perderse en el horizonte.
Esta botella de vino nos presenta algo de todo lo que ha plasmado el movimiento surrealista, en base a las asociaciones libres y todo lo que tiene que ver con la imaginación, agregando que la presencia de la botella no es casual, ya que Miró era un ferviente consumidor de deliciosos y refinados vinos, con lo que disfrutaba y compartía con muchos intelectuales del movimiento surrealista, la pasión por el arte de la pintura, de los sueños y por supuesto también, con el mundo del vino. Bon Appetit.