Se cumplen en el día de la fecha, 127 años del fallecimiento de uno de los más grandes pintores del siglo XIX, y nos estamos refiriendo a la figura de Édouard Manet, que fue el que abrió el camino a la escuela impresionista y al que de hecho se lo considera como el fundador del impresionismo.
Esta nota viene a raíz de que en muchas de sus obras va enmarcando tantos placeres que lo rodeaban y del que él artista formaba parte: Paris, el “Folies Bergére”, y las bebidas, entre ellas, principalmente el champagne.
La diversión para Manet, era la vida de la noche parisina, siendo esta ciudad tan históricamente considerada la capital de las luces. Para mediados del siglo XIX, el poeta y amigo de Manet, Charles Baudelaire, señalaba que su amigo retrataba mejor que nadie la realidad de la vida diaria de la ciudad francesa, y es que Manet pinta al famoso cabaret parisino de las Folies Bergére, como uno de los lugares en los que la modernidad fue un espejo hacia el mundo, el vocablo folia deriva del latín (hojas), y simbolizaba justamente una casa de campo que se hallaba oculta tras las hojas y donde la gente se abandonaba a sus placeres natural y libremente.
Es necesario destacar que la bebida favorita que más se consumía en este cabaret era precisamente el champagne, y Manet retrata en sus pinturas todo ese mundo como nadie, ya que participaba asiduamente y era un observador minucioso de esa realidad. En sus obras, se pueden ver muchas y diversas botellas de champagne, como las que se circulaban por ese entonces, Mumm, Heidsieck y Pommery extra-seco, colocadas en baldes, pero también se pueden visualizar botellas de cervezas, de licores. Manet también va a dar cuenta en sus pinturas del entorno, la estructura de los mostradores del cabaret, y todo lo que tiene que ver con los placeres, los brillos, y su dato más destacable, que es propio del impresionismo y que nace del movimiento, como si todo fluyera a partir de una dinámica muy intensa y donde las sensibilidades y las secuencias se percibieran tan naturalmente, así es como lo pintaba Manet, así es como lo disfrutamos nosotros..Bon Appetit.
Esta nota viene a raíz de que en muchas de sus obras va enmarcando tantos placeres que lo rodeaban y del que él artista formaba parte: Paris, el “Folies Bergére”, y las bebidas, entre ellas, principalmente el champagne.
La diversión para Manet, era la vida de la noche parisina, siendo esta ciudad tan históricamente considerada la capital de las luces. Para mediados del siglo XIX, el poeta y amigo de Manet, Charles Baudelaire, señalaba que su amigo retrataba mejor que nadie la realidad de la vida diaria de la ciudad francesa, y es que Manet pinta al famoso cabaret parisino de las Folies Bergére, como uno de los lugares en los que la modernidad fue un espejo hacia el mundo, el vocablo folia deriva del latín (hojas), y simbolizaba justamente una casa de campo que se hallaba oculta tras las hojas y donde la gente se abandonaba a sus placeres natural y libremente.
Es necesario destacar que la bebida favorita que más se consumía en este cabaret era precisamente el champagne, y Manet retrata en sus pinturas todo ese mundo como nadie, ya que participaba asiduamente y era un observador minucioso de esa realidad. En sus obras, se pueden ver muchas y diversas botellas de champagne, como las que se circulaban por ese entonces, Mumm, Heidsieck y Pommery extra-seco, colocadas en baldes, pero también se pueden visualizar botellas de cervezas, de licores. Manet también va a dar cuenta en sus pinturas del entorno, la estructura de los mostradores del cabaret, y todo lo que tiene que ver con los placeres, los brillos, y su dato más destacable, que es propio del impresionismo y que nace del movimiento, como si todo fluyera a partir de una dinámica muy intensa y donde las sensibilidades y las secuencias se percibieran tan naturalmente, así es como lo pintaba Manet, así es como lo disfrutamos nosotros..Bon Appetit.