sábado, 9 de abril de 2011

EL ESPÍRITU DEL VINO: CHARLES BAUDELAIRE

Se cumplen 191 años del nacimiento del poeta Charles Baudelaire, este escritor fue rajando las estructuras esquemáticas de su época, pero en ese camino cargó en su mochila con un calificativo nada agradable para esos tiempos en que la moral reinaba como única fé: se lo llamó el “poeta maldito”. La aristocracia no podía ignorar su voz y fue tratado con desdén por su vida bohemia y rodeada de excesos, pero la historia en realidad iba por otro camino.
Baudelaire nació en abril de 1821 y falleció en agosto de 1867 y entre sus “pecados” se lo señalará como un poeta irreverente que quebrará muchas estructuras de su época, siendo uno de los más avezados críticos de arte, aún sin dejar a un lado su militancia en muchos movimientos políticos contestatarios al “orden social” reinante.
El movimiento simbolista lo absorberá en los años de su gran obra “Las flores del mal”, criticando a todo el realismo conservador y sus formas absolutamente descriptivas, con todo lo que implicaba el orden y las jerarquías estéticas. Baudelaire va a romper en un sentido con la idea central del movimiento realista y va a hacer una exaltación a la imaginación, a los sueños y a la introspección que va a compartir con otros círculos intelectuales de la época.
En ese contexto histórico aparecerá su obra “El alma del vino”, uno de sus tan brillantes poemas en el que el poeta le dará un lugar y una voz al vino. Muy lejos de toda la estética narcisista fue un creador de espacios para innumerables y cercenadas voces y en ese poema quiebra el inconciente que planteaba que el beber vino significaba desplazarse en dirección al mal, uno de los tantos “crímenes” marcados por el “orden y la moral”.
A lo largo del poema plantea los beneficios del vino con relación a la salud, en cuanto a ser un líquido que va a calmar las ansiedades, también aparecen alusiones al descanso de los trabajadores después de una jornada de trabajo como un saludable refresco y considerarlo como un importante motivador de grandes cofradías de intelectuales en los bares y tabernas de la ciudad.
En el poema, el vino se encuentra en una especie de lámpara de Aladino, el cual posee voz propia y le va llegando la hora de despertar de su largo letargo, con lo que el poeta comparará también que su tiempo añejado le otorgará mayor voluptuosidad aún. Esto es parte de lo que Baudelaire expresó en esta obra cuando representó las ideas de una época; esos diálogos entre un vino y su sociedad y que tan bien han entendido músicos del siglo XX como los Héroes del Silencio con muchas de sus letras en su famoso álbum “El Espíritu del Vino”. Como siempre, la literatura, la música y el vino se vuelven a abrazar indisciplinadamente en un misma constelación de placeres del arte y la cultura. Bon Appetit.

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